jueves, 15 de noviembre de 2007

Perú - Brasil, fatalismo oculto?

A pocos días del partido entre la selección de Perú y Brasil se puede apreciar bastante entusiasmo de la población y en la que los medios de comunicación también influyen masivamente en este hecho. Pero este entusiasmo parece ser exageradamente optimista, yo diría hasta engañoso, lo cual es normal por cierto, pues cuando se es hincha de corazón la cabeza no tiene lugar para siquiera opinar.
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Ya nadie duda de que pertenecemos a una cultura masoquista en los últimos tiempos en cuanto a resultados futbolísticos se refiere, pues aún a sabiendas de que Brasil nos pueda golear en nuestra casa seguimos comprando entradas carísimas que no son acordes a nuestra sociedad en cuanto a nivel económico se refiere, los dirigentes se siguen jugando con nuestros sueños con sus desatinos y su terquedad, pues no aceptan que son unos fracasados, esto realmente es lo que me duele más, porque nadie tiene ese derecho a torturar a un pueblo así de esa manera ya que suficiente tenemos con las barbaridades y las cachetadas que nos dan los políticos cada día, tendremos en la cancha a un capitán que parece que la cinta le queda enorme y al cual la población no lo quiere ni en la banca de suplentes, ya que tiene una deuda (de entrega por la camiseta y sobre todo goles) que no puede saldar y al paso que va parece que nunca podrá.

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Sin embargo, mucha gente quiere ir al estadio o ver el partido por televisión, más que a su selección, ansía ver a los mounstros que tiene la selección brasilera, a viva cuenta que no todos los días tenemos en nuestras canchas a Robinho, Kaká, Ronaldinho, y si sigo cada vez me pongo a pensar más en lo que pueda ofrecer Perú y me da un ataque de nervios, en fin, lo único que nos queda es apoyar a la selección esperando lógicamente que "chemo" haga un buen planteamiento y los jugadores en el campo nos den una alegría y por lo menos nos sirva de respiro por un par de días puesto que ahí nomas está el siguiente choque ante Ecuador en Quito y a continuar con lo de siempre, la angustia y el optimismo que casi casi llega ser un fatalismo oculto.

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